-Emplazada en las pendientes andinas, es a la vez altiplano y yungas.
Por: José Luis Valdez Mattoz
Innovapress, 4 oct 2020.- Bajo los nevados de la cordillera, en las pendientes andinas que desembocan en Yungas y Larecaja, se halla un pueblo remoto pero encantado en el límite mismo entre la cordillera y las nacientes amazónicas: Aucapata, en la provincia Muñecas.
Parece un pueblo abandonado, habitado por ancianos que retornaron a su pueblo a vivir sus últimos días después de que los jóvenes se marcharon para buscar otros horizontes, pero por sus calles añejas y techos de teja discurre una rica historia de este pueblo donde la gente habla el aymara y el quechua.
Es que Aucapata es altiplano, valle y yungas, pero su mayor orgullo es haber sido cuna de la cultura Mollo, que es anterior a la cultura incaica.
Aucapata, capital de la tercera sección de la provincia Muñecas, es un pueblo colonial, distante a 300 kilómetros y cuando el camino se encuentra en buen estado, a 12 horas de la ciudad de
La Paz, es un pueblo mediano, que ya cuenta con energía eléctrica, agua y un alojamiento propiedad del municipio.
Cuenta con comunidades importantes como Yanahuaya, Huancu, Pusillani, Charaj. Esta última descendiente de la cultura Mollo, con población mayor que el mismo pueblo de Aucapata.
El nacimiento de este poblado data del 18 de octubre de 1826, en el gobierno del Mariscal Antonio José de Sucre en homenaje al cura, abogado y caudillo Idelfonso de las Muñecas, combatiente y comandante del batallón sagrado, quien luchó por la libertad de las tierras del Alto Perú (hoy Bolivia); su cuartel general se encontraba en los valles de Ayata. Tomó medidas contra la Corona española en Camata.
La provincia Muñecas —con sus secciones municipales Ayata, Aucapata, Chuma y sus 10 cantones— siempre ha despertado interés en los investigadores acerca de su historia. Ésta tiene sus inicios en el período republicano, pero también posee antecedentes prehispánicos, coloniales y durante el proceso de independencia.
El período prehispánico refiere a la cultura Mollo y a la ciudadela de Iskanwaya, principal asentamiento de los mollos que habitaron antes de los incas, y su dominio se extendió en la cabecera de los Yungas, hoy territorio de la provincia Muñecas y parte de Larecaja.
Esta provincia consta de tres municipios: Chuma, Ayata y Aucapata, donde el 90% de sus comunidades es habitada por personas que hablan quechua y el resto de los pobladores se comunica en aymara, aunque existen algunos pueblos bilingües. El clima es de tipo subhúmedo, por lo que su temperatura oscila entre los 12 y 15oC, dependiendo de la época del año y de la altura en la que se registre.
Su economía está basada en la agricultura y la ganadería, ya que otro tipo de actividades se ven reducidas por la escasez de recursos naturales y la falta de información sobre la explotación de éstos. Sus métodos agrícolas rústicos reflejan la permanencia de la cultura Mollo, que utilizaba las terrazas de cultivo. Producen maíz, variedades de tubérculos, cebada, grano, quinua y también cañahua, alimentos muy ricos en nutrientes.
Posee diferentes clases de ganadería como la apicultura, bovina, porcina, ovina y en poca proporción los camélidos.
Iskanwaya
A orillas del río Llica, en el municipio de Aucapata, se encuentra la ciudad arqueológica de Iskanwaya, principal asentamiento de la cultura Mollo, que cuenta con 95 edificios de tipo trapezoidal con 10 a 15 habitaciones en el interior.
Ubicada en Aucapata, ciudad de descendencia de la cultura Mollo, presenta una topografía accidentada con acentuadas pendientes; es sorprendente ver el magnífico trabajo de construcción en tan difícil terreno.
Según el escritor e investigador Hugo Bohero Rojo, este complejo urbano fue edificado antes que Machu Picchu y tiene una mayor extensión, levantado sobre una ladera empinada a una altitud de 1.672 metros sobre el nivel del mar. Se calcula que su población llegó de 2.500 a 3.000 habitantes.
La infraestructura está sostenida con muros de contención en forma trapezoidal, que presenta una serie de construcciones haciéndola un conjunto de 95 edificios, con un promedio de 13 habitaciones unifamiliares.
Los edificios están conectados mediante callejuelas alimentadas por una red de canales en forma de “V”, construidas con piedra laja y pizarra, con una profundidad de 15 centímetros. Bohero señala que “los canales transportaban agua desde un estanque de planta semicircular de cuatro metros de diámetro construido sobre la base de la misma piedra utilizando barro como mortero”.
Se puede evidenciar que las estructuras habitacionales se han levantado a un nivel mayor, son dobles, constan de un vestíbulo y una habitación. El vestíbulo no tiene la pared del frente ya que se encuentra conectada directamente con el patio, mientras que la del fondo es más cerrada con acceso al vestíbulo, sin mostrar ventana alguna de conexión.
En la parte delantera se puede apreciar una infraestructura que les servía de cocina con sus respectivas soleras y volanderas que molían el maíz y otros productos básicos del pueblo Mollo.
La edificación de los muros fue hecha con piedra pizarra, dispuesta por hiladas horizontales a soga, empleando una mezcla de barro y grava como mortero, que le da una consistencia que ha permitido que la ciudadela esté a salvo por cientos de años.
Dentro de estas construcciones, los muros internos presentan nichos, don- de se presume que guardaban algunos objetos de valor, como las piedras salientes que seguramente sirvieron para colgar algunos utensilios domésticos o artículos del hogar.
Se establece que la sociedad Mollo era homogénea socialmente, tal vez no existía estratificación social, ya que todas las edificaciones son similares; el hecho de compartirlas entre varias familias demostraba que la relación era en comunidad y con la reciprocidad de obligaciones.
De acuerdo con el historiador, lo magnífico de la construcción es la muestra del desafío de los constructores de la cultura Mollo, que erigieron plataformas firmes que sustentaron tanto las edificaciones como las callejuelas de circulación, aprovechando al máximo su espacio. Estas construcciones dan una imagen espectacular de digna admiración y respeto.
Asimismo, los investigadores sostienen que el ocaso de la cultura Mollo fue ocasionado por las consecutivas invasiones de los incas a esas regiones, quienes tras someterlos los dispersaron hasta lograr su desaparición.
Los restos encontrados en el lugar evidencian la existencia de cerámica y restos arqueológicos de la cultura Mollo con alta precisión demostrada en una buena cantidad de vasijas, casi intactas, decoradas con motivos tiwanacotas y principalmente preincaicas.
Se encontraron materiales en los que se manifiesta que en la cultura Mollo ya se realizaba la metalurgia del cobre y el martillado para la formación de adornos, joyería para la mujer y puntas de lanza.
Ruta hacia Aucapata
Se parte de La Paz y se inicia un circuito por las diferentes poblaciones turísticas del norte del lago Titicaca, pasando por el Huayna Potosí, situado a 6.094 metros sobre el nivel del mar. La ruta continúa por la ciudad de El Alto. En el camino se aprecian las montañas más bellas de América: el Illimani, el Huayna Potosí, el Illampu, el Mururata, el Janco Uma y el Tuni Condoriri.
Batallas, Huarina, la magnitud del Lago Sagrado de los incas, de los tiwanacotas, donde se pueden apreciar construcciones en forma de pirámides como de los Uma Suyus, que quiere decir región del agua.
El viaje continúa por Achacachi y prosigue por la construcción de un nuevo camino Umacha – Ambana, que permitirá llegar a Chuma. A 154 kilómetros desde la ciudad de La Paz se llega a Escoma. Su plaza muestra grandes árboles muy bien cuidados, punto de encuentro entre la carretera al norte del departamento de La Paz y el camino que continúa a Charazani – Apolo.
En la ruta turística se evidencia el paisaje natural que ofrece las orillas del río Suches, que nace en los glaciares de Apolobamba, continúa en conexión a caminos que cruzan extensas lomas para ingresar a un altiplano ondulado, también se pasa por WilaKala, kilómetro 243. A tres kilómetros está Warachani, se toca la cima nevada de Callinzani, a 4.700 metros sobre el nivel del mar, posteriormente se desciende para luego subir a Koansani, a 4.750 metros de altura, lugar donde se llevó a cabo parte de la guerra por la independencia.
Luego se pasa por la región de Aucapata, en la pendiente izquierda del río Llica; sus casas son de tipo de la conquista española, con tallados y motivos coloniales en puertas y balcones; están construidas con piedra pizarra, que también se muestran en las callejuelas.