-El hombre al sentir que pierde poder sobre la mujer desencadena en el feminicidio. ¿Sabía que el feminicida es el resultado de la construcción social? Le presentamos un breve diagnóstico del por qué los casos de feminicidio nuevamente están en aumento.
Por Marcelo J. Padilla Arce
La Paz, Innovapress, 12 abr 2022.- Ahora con mayor frecuencia los feminicidios se están dando en los noviazgos. El hombre agresor al sentir que pierde su poder sobre la vida y el cuerpo de la mujer deriva en la consumación del femicidio, este es uno de los diagnósticos que realizó, Carla Gutiérrez, directora del Centro de Promoción de la Mujer, Gregoria Apaza.
“Lo que más violenta al agresor es la pérdida de poder sobre algo que considera de su propiedad, que es lo que regularmente hacen los agresores. Cuando ya no pueden hablar ni chantajear, usan la fuerza física como única forma de ejercer dominio, y si aun así la otra no se deja, recurren a matarla”, expresó la activista.
Dijo que el feminicidio es la forma más extrema de violencia que deviene de un proceso “y los feminicidios que se están dando en el país se sitúan en la pareja y lo llamativo que se está dando ahora es en los noviazgos”.
Causas
“Hablar de las causas del feminicidio tiene que ver evidentemente con el ejercicio de poder. Como todas las relaciones de los seres humanos estamos ligados por relaciones de poder de negociación de poder y administración del poder”, expresó.
Dijo que este ejercicio de poder se observaba desde hace mucho, pero no se visibilizaba porque la mujer no salía de ese espacio de agresión y de poder.
“Porque antes nuestras madres y abuelas nos inculcaban. ‘Te has casado, te tienes que aguantar’ entonces la mujer aguantaba y se quedaba en ese espacio reducido y si trataba de salir era golpeada y era algo natural porque el hombre ejercía social y culturalmente ese poder sobre la mujer, ‘nos decían tienes que obedecer a tu marido, tienes que aguantar porque es tu marido’”, ejemplificó Gutiérrez.
Añadió que en ese proceso de revelarse de la mujer que se dio desde los años 70 hasta nuestros días hace que el agresor vaya perdiendo espacios de poder sobre la mujer. “Porque ahora podemos ejercer espacios en la función pública, abrirnos una cuenta bancaria, es decir ser independientes de los hombres que piensan que la mujer es de su propiedad”.
Según la activista esa cultura aún está arraigada muy fuerte en La Paz “y a veces nos traiciona hablar del ‘chacha-warmi’ que es la dualidad del hombre y la mujer y pensamos que por eso ella está condicionada aún al hombre y esperamos protección, cuidado y que nos mantenga porque así nos han educado”.
“Y el hombre puede mandar, disponer, mantener. Esas cuestiones ahora son bastante complicadas, porque se está viendo que estas muchachas que han sido víctimas de femicidio, muchas ya eran independientes, trabajaban”, relató.
“Ahora esa pérdida de poder es mucho más latente porque las mujeres estamos como más abiertas a ocupar espacios públicos, estudiar, trabajar, dejar a los niños en una guardería, entonces esta ruptura que hay en el sistema está generando los feminicidios”.
Al margen indicó que hay otro factor que es el de la normalización de la violencia, por ejemplo, en los medios de comunicación, una violencia mediática que se muestra como si nada o quizá la cantidad de información sin control que se da en el internet.
El feminicida es resultado de una construcción social
“Un feminicida es un hijo sano del patriarcado”, indicó Gutiérrez, al explicar que esto significa que los feminicidas probablemente muchos de ellos no tengan una enfermedad, sino “una construcción social violenta y de posesión sobre las mujeres”.
Acotó que el feminicida no es un enfermo, sino una construcción social. “Ahora hay casos en que el feminicida puede ser un psicópata, como el caso de Richard Choque que tienen otras alteraciones, pero habitualmente, los casos de feminicidas no son por enfermos, son delincuentes, asesinos”.
¿Qué hacer?
Gutiérrez indicó que para entender el fenómeno del feminicidio hay que observarlo con una “mirada integral” y como “política estructural”.
Por ello, indicó que le Ley 348, es una ley bien hecha “que es perfectible” y que el problema radica en los recursos.
“Estos problemas de feminicidio y violencia tienen que abordarse desde la prevención a largo plazo que requiere de inversión, ver desde la atención para que la Ley 348 funcione y otro es la reparación de la víctima que es algo que ni se lo toca”, recomendó.
Señaló que, en ello, el Estado tiene una “gran responsabilidad”, pero al mismo tiempo parte de la educación, “es ver también como estamos educando, como los padres educan desde donde están y esto no tiene que ver con que desde el Gobierno se dicte un día a la prevención de la violencia en los colegios, tiene que ser constante partiendo también de la voluntad política”.
“Si bien se ha dictado el año de la despatriarcalización, no conocemos aún el programa, la planificación, ni sabemos cuánto de presupuesto cada institución tiene que asignar para acciones en este tema. Lo que hace falta es una política integral de generó desde el Gobierno en este tema ante un reto muy grande y constante”, apuntó.
IPMP