-El dominio inglés que respaldó la invasión de Chile por el guano y el salitre motivaron a que hoy Bolivia no tenga acceso soberano al mar con el que nació.
Por Marcelo Padilla
Innovapress, 14 feb 2021.- Muy temprano de ese 14 de febrero de 1879, hace exactamente 142 años, un buque chileno desembarcó en la ciudad boliviana de Antofagasta, las tropas chilenas desembarcaron, avanzaron hasta Calama, la tomaron y terminaron apropiándose del Litoral boliviano, donde actualmente permanecen. Bolivia nació a su independencia con salida libre y soberana a las costas del Pacífico, eso es ineludible e inclaudicable.
Ese hecho motivó una desemparejada, desigual Guerra del Pacífico, que marginó a Bolivia de su derecho soberano al mar, derecho con el que se convirtió en República independiente.
La invasión de Chile a Bolivia se remonta a varios años atrás cuando en el año 1842, el Congreso chileno sancionó una ley indicando que el desierto de Atacama era suyo, muy a pesar que la historia decía lo contrario.
El periódico El Comercio, del 28 de febrero de 1879 informó a la ciudadanía de las acciones asumidas por los chilenos.
“El Viernes 14 de febrero, echan sus anclas con la primera claridad del día, afuera de la angosta rada del puerto boliviano de Antofagasta, el acorazado chileno almirante Cochrane y la corbeta O’higgins de la misma nacionalidad. Llegaba esa flotilla del Puerto Chileno de Caldera, cuya bahía había dejado el día de la antevíspera por la tarde, conduciendo una expedición que desembarcó de 1500 hombres”.
La invasión fue sin previa declaratoria de guerra. Bolivia fue arrastrada a una conflagración que no buscó ni deseó, razón por la cual tuvo que defender su soberanía y, en aplicación del Tratado de Alianza Defensiva suscrito con el Perú en 1873, intentó detener, junto a su aliado, el avance de las tropas chilenas que llegaron a ocupar todo el Litoral boliviano, las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica, e incluso la capital peruana, Lima, recuerda el Libro del Mar.
Según el libro Historia de Bolivia, de José de Mesa, Teresa Gisbert y Carlos D. Mesa Gisbert, la invasión inició unilateralmente el conflicto bélico. Al no existir líneas telegráficas en territorio boliviano, la noticia llegó a La Paz, por la vía de Tacna.
El vapor Amazonas llegó al atardecer del 19 de febrero a Tacna, con la noticia, en tanto, el cónsul boliviano Manuel Granier escribió una carta al Presidente y la envió con el chasqui Gregorio Collque (Goyo) que hizo el máximo esfuerzo y cubrió la distancia a La Paz en cinco días.
El 25 de ese mes le entregó la carta al presidente Hilarión Daza y el 26, el Gobierno boliviano hizo una proclama a la nación comunicando la agresión y estableciendo los aprestos para la defensa.
El ataque llegaba en un pésimo momento para Bolivia, porque una inclemente sequía en 1878 había generado desabastecimiento en los mercados, hambruna, peste y gran mortandad.
Una débil defensa se organizó en Calama al mando de Ladislao Cabrera, con 150 hombres, la mayoría civiles, entre los que luego destacaría Eduardo Avaroa, un comerciante de San Pedro de Atacama que combatió en el puente Topáter. Murió peleando como un valiente a los 41 años de edad, y cuya frase hasta el día de hoy se ha convertido en inmortal para el pueblo boliviano cuando arengó a las tropas chilenas que pedían su rendición: “Rendirme yo, que se rinda su abuela c….!!!”.
Antecedentes
Según la obra de la familia Mesa Gisbert, previa a esta acción inicial a la conflagración, sin declaración de guerra y que terminaría con la apropiación de 400 km de costa y 120 mil km2 de territorio, se registraron varias acciones chilenas años antes, fruto de la ambición y expansión chilena.
Atacama, una región boliviana inhóspita, se convirtió en el motivo del conflicto en el siglo XIX porque guardaba la mayor riqueza del mundo de guano y salitre y con ambos productos se podían fecundar otras tierras.
La historia difundida en el contexto internacional refleja que, en 1857, fuerzas navales chilenas desembarcaron en Mejillones para consolidar la toma del citado territorio. El Congreso boliviano, entonces, hizo una declaración de guerra que no pasó de ser un acto simbólico dada la incapacidad bélica del país. Tampoco funcionó la diplomacia y Chile se hizo de las riquezas del Litoral boliviano.
En 1866, Chile logró que Melgarejo le cediera la mitad del Litoral y, según el tratado suscrito, la otra mitad sería sometida a una medianería, es decir, Bolivia y Chile compartirían las riquezas en partes iguales.
Motivos para la invasión chilena
En 1878, un año antes de la invasión, una ley boliviana había dispuesto cobrar 10 centavos por cada quintal de salitre exportado, lo que de plano fue rechazado por la Compañía de Salitres Antofagasta, consorcio chileno–británico.
Ese fue el motivo que Chile encontró para invadir el puerto de Antofagasta. Las tropas se apoderaron de las minas de plata de Caracoles y los depósitos de guano de Mejillones.
De acuerdo con Mesa, hacia 1870, la gran riqueza argentífera despertó una verdadera fiebre en la zona, por entonces se producían 53.000 toneladas de guano anuales y el vecino Perú, 100 mil toneladas.
En esa línea, el entonces presidente Andrés de Santa Cruz decidió conformar una confederación entre Bolivia y Perú (1836) que puso en evidencia las tensiones regionales y evidenció la desesperación de Chile, que tiene un territorio pobre y escaso en recursos naturales. Esa realidad en la que convivía el pueblo chileno fue la que “iluminó la mente” del nefasto chileno Diego Portales, que, en una célebre carta al general Blanco Encalada, que marchaba a combatir a Santa Cruz: “Unidos estos dos Estados serán siempre más que Chile”, señala Mesa.
De inmediato, Chile creó confusión en torno a los límites con Bolivia: en 1842 tomó el morro de Mejillones en el paralelo 23°, dos más arriba que la frontera real.
Un año después el presidente chileno Manuel Bulnes creó la provincia chilena de Atacama, que colindaba con el desierto boliviano de Atacama, con el propósito de confundir nombres y soberanías. El Gobierno de Bolivia reclamó sin éxito.
Explotación chilena clandestina
Entre 1846 y 1847, empresas chilenas se instalaron en alrededores de Mejillones y explotaron guano clandestinamente. En 1857, la corbeta chilena Esmeralda se apoderó de Mejillones, lo que obligó a Bolivia a pedir explicaciones e incluso arbitraje internacional, sin éxito.
Para 1863 –dice Mesa– Bolivia obtuvo la autorización del Parlamento para declarar la guerra a Chile, en caso de necesidad, ante la agresión permanente de ese país, que la rechazó. Al poco tiempo el canciller trasandino Antonio Tocornal propuso a Bolivia la compra de Mejillones, que no fue aceptada.
IP/MP